Milei: datos, encuestas y el presente de la democracia
Leé hasta el final y conocé un dispositivo para tocar la IA con tus manos
Desde el primer capítulo del podcast, vengo machacando la idea de que los datos no son LA REALIDAD (así en mayúscula y negritas) sino recortes de esa realidad, que hace alguien con un objetivo concreto. Los “datos” no existen en sí: es la forma en la que intentamos dar sentido e interpretar el mundo que nos rodea.
“La única verdad es la realidad”, dijeron tanto Aristóteles como Kant, y esa frase fue encarnada en la política argentina por Juan Domingo Perón, que la convirtió en una de sus célebres máximas. Unas cuántas décadas después de que el líder justicialista dijera eso, la realidad nos acaba de mostrar un dato a mi criterio preocupante: en las PASO (elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias), el ultra derechista Javier Milei —nuestro propio pichón de Bolsonaro— logró un 30% de los votos.
Y aunque la realidad nos está demostrando un importante cimbronazo en el sistema político con la victoria del ultraderechista-ultraliberal, creo que llegar a la verdad es algo cuanto menos imposible.
Lejos de una pretendida verdad objetiva, mi opinión política puede inferirla cualquiera que me venga leyendo y me conozca, pero por si no queda clara la voy a decir: votar a alguien que amenaza con dolarizar la economía, destruir el Estado, negar a los desaparecidos de la última dictadura cívico-militar y un larguísimo etcétera me parece poco menos que un suicidio colectivo.
Pero puedo entender de dónde nace ese voto: es una mezcla de la desilusión absoluta en el presente y esperanza en el futuro, de que alguien puede cambiar las cosas, así más no sea sobre las cenizas de lo que queda.
Para ilustrar el primer punto, una de las dos facciones políticas sacó un préstamo con el FMI de 45 mil millones de dólares que fue cuanto menos mal utilizado (por no decir fugado), mientras que la otra facción política va a cerrar el año con una inflación anual cercana al 150% producto de una serie de indecisiones y tibiezas políticas que están pasándole factura a la sociedad entera.
Aunque necesitaba hacer este descargo, no es el punto en el que me quiero detener hoy porque analistas políticos hay de sobra y ampliamente mejores que yo. De lo que sí me interesa hablar es de lo que los números y porcentajes quieren decir, y sobre cómo se vuelve a armar una danza de escenarios e hipótesis basados en interpretaciones que están a medio camino entre la futuromancia y la estadística.
El Jardín de los Ausentes
El primer punto sobre el que quiero llamar la atención es algo que creo que ya se viene diciendo en todos lados: esta fue la elección con menos participación desde el regreso de la democracia, habiendo apenas arañado el 70% de participación.
El top 3 seguro ya te lo conocés casi que de memoria, pero vamos a recordarlo para fines gráficos y argumentativos:
La Libertad Avanza (Javier Milei): 30%
Juntos por el Cambio (Horacio Rodríguez Larreta + Patricia Bullrich): 28.3%
Unión por la Patria (Sergio Massa + Juan Grabois): 27,3%
Ahora bien, hubo un 4,8% de votos en blanco y 1,2% de impugnados, pero esos siguen computándose a partir de los votos efectivos (es decir, el 70% que fue a emitir el sufragio). Entonces, si consideramos a todas las personas que no fueron a votar, a los votos en blanco y a los impugnados como una única categoría, el panorama cambia por completo:
No-elección (Ausente+En Blanco+Impugnado): 34,21%
La Libertad Avanza (Javier Milei): 21%
Juntos por el Cambio (Horacio Rodríguez Larreta + Patricia Bullrich): 19,8%
Unión por la Patria (Sergio Massa + Juan Grabois): 19,1%
En este contexto tan “competitivo”, a falta de mejor palabra, este corte permite entender un poco mejor lo que está ocurriendo en estos días, donde Teorema de Baglini2 mediante, asistimos a un festival de volantazos discursivos de parte de todos los candidatos que buscan o bien captar un lugar vacío (el “centro”, digamos) o bien robarle votos al oponente.
Hay otros datos interesantes, como la migración de votantes de una fuerza a la otra. Un estudio del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) comparó los resultados de las presidenciales de 2019 y las PASO actuales, donde encontraron estos movimientos:
Juntos por el Cambio pasó de 10,8 millones de votos a 6,7 (caída del 38%)
Unión por la Patria (ex Frente de Todos) pasó de 12,95 a 6,5 millones (caída del 50%).
Esos más de 10 millones de votos que perdieron ambas fuerzas, sin embargo, no fueron linealmente a Milei: de hecho, hubo un descenso en la participación entre ambas votaciones del 80 al 69,6%, que son aproximadamente 6 millones de votos.
Pero de aquellos votos que sí se fueron a Milei, aparentemente se originan más en Juntos por el Cambio que en Unión por la Patria, o al menos eso es lo que se desprende del estudio que realizaron: aseguran que de los 6,5 millones de votos que perdió la coalición que gobierna, el 23% fue a La Libertad Avanza mientras que el 77% restante no fue a votar. En el caso de Juntos por el Cambio, esta relación se invierte: de los 4,1 millones de votos perdidos, el 80% fue a Milei, y el 20% no fue a votar.
Dos errores capaz suman un acierto
El segundo punto que me interesa es algo que está siendo discutido con fuerza desde la elección pasada: los errores en las encuestas.
En lo personal, yo estoy cada vez más convencido de que esos “errores” no son tales, sino que son directamente operaciones, donde se busca manipular la opinión pública generando escenarios que, en muchas ocasiones, funcionan como profecías autocumplidas.
Pero más allá de si hay inocencia o malicia, lo cierto es que en 2019 los gurúes de las predicciones no lograron identificar el aluvión de votos que recibió Alberto Fernández (¿te acordás cuando tenía imagen positiva?) de la misma manera que ahora no lograron detectar la explosión del voto al libertario: nadie le daba más de un 15-20%.
“En lo que coinciden todas las investigaciones académicas es en la siguiente conclusión: las encuestas están reflejando actualmente lo que piensa la población más politizada, sin llegar a alcanzar a otra buena parte de la sociedad menos politizada, más silenciosa, a veces con posiciones menos definidas, que espera hasta última hora para definir su voto. ¿Son, por tanto, útiles las encuestas? Sí. Pero teniendo en cuenta que tienen una comprensión parcial y no absoluta”, afirma el doctor en economía y especialista Alfredo Serrano Mancilla, director de CELAG España.
A ese elemento yo le sumo algunos factores más. Así como hasta hace unos pocos años atrás era imposible encontrar alguien que admita haber votado a Carlos Men*m en los 90, me siento inclinado a sospechar que hasta hace una semana el votante promedio de Milei no lo hubiera reconocido jamás. Pero en Argentina, la derecha está dejando de tener miedo de reconocerse como tal, y a la sociedad le queda cada vez más lejos el recuerdo de lo que pasó hace años atrás, cuando ya se aplicaron esas mismas ideas con resultados funestos.
Ni hablar de que los métodos para las confecciones de esas encuestas están sujetas a sesgos y errores de muestreo de todo tipo: Argentina es un país inmenso geográficamente y las realidades de Jujuy, La Pampa y Tierra del Fuego no son las mismas. Además, hasta hace relativamente poco tiempo, muchas de las encuestas se realizaban de manera telefónica, lo que por default las convierte en terriblemente sesgadas e inexactas (¿quién tiene un teléfono fijo hoy en día? En mi caso, puedo decir que mi abuela y literalmente nadie más que conozca).
40 años no son nada
En su momento, en mis años de facultad había escuchado una definición que nunca logré recordar a quién pertenecía, según la cual “los ‘hechos’ son pivots a partir de los cuales nos movemos para darles distintas interpretaciones”.
El “hecho”, en tanto dato duro y concreto, es el que expuse primero: una de cada tres personas habilitadas para votar directamente no consideró importante o necesario hacerlo. Y en el año en el que se cumplen 40 años de democracia —cosa que mi generación en algún punto creo que no termina de dimensionar— habla de una crisis sistémica de una importante magnitud. Para dimensionar, en 1983, cuando volvió la democracia, el 85% de las personas habilitadas para votar fueron a hacerlo.
Sin embargo, las interpretaciones que se desprenden de este hecho son varias (y de eso dependen todos los análisis políticos que seguramente se están haciendo en todos los búnkers partidarios).
El voto a Milei, ¿es un voto bronca o es un voto convencido? ¿Se puede elevar el piso de la participación? Y si se eleva, ¿a quién irán esos votos?
Quedan un puñado de días para las elecciones de octubre, donde —salvo que ocurra algo realmente inesperado— se van a definir las dos personas que competirán en el ballotage de noviembre. Cuando las urnas se abran, recién ahí vamos a tener los datos que nos van a permitir entender cómo es ese recorte de la realidad a partir del cual la gente decide, ya sea para un lado o para el otro.
¡Hasta la próxima!
Como siempre, gracias por haber llegado hasta el final. Van algunos links sueltos, como siempre:
Un supermercado quiso incorporar IA para sugerirle recetas a sus clientes, de forma tal que puedan comprar los materiales. El problema es que el planificador de comidas empezó a dar recetas como gas de cloro, sandwiches con veneno y papas fritas sazonadas con repelente para mosquito. Heterodoxo, pero hasta no probarlo…
¿Te acordás de la pelea que Elon Musk quería tener con Mark Zuckerberg? Bueno, si bien no hay noticias de que esto vaya a ocurrir, hay amenazas mucho más concretas para el overlord del Metaverso. Dadas las amenazas que está recibiendo como consecuencia de los despidos masivos, Meta decidió subir aún más el presupuesto en gastos de seguridad para Marquitos Z, subiéndolo de 10 a 14 millones de dólares al año.
Si te pasa como a mí que tanta IA y digitalidad a veces te cansa, seguro te va a interesar esto: un prototipo experimental para tener un contacto sensorial con las tecnologías de IA generativa. Es un delirio hermoso y podés verlo acá.
Por las dudas, aclaro el cálculo: los 6% que suman En Blanco + Impugnados se calcularon a partir de la totalidad de los votos emitidos, es decir, sobre el 70% de votos válidos. Cuando hacemos el cálculo para contar esos votos dentro del 100% de votos posibles (la totalidad del padrón) ese número da 4,2%.
Una “máxima de la política argentina”, así entre comillas, según la cual el grado de responsabilidad de las propuestas de un determinado dirigente es inversamente proporcional a sus posibilidades de acceder al poder real. En el caso de Milei, se ve claramente en que ya no dice que los cambios serán de un día al otro sino procesos graduales, en el de Bullrich se ve en la defensa al Conicet, y en Massa en su obstinación en pagarle al FMI a como de lugar.
Otro kirno que no entendio nada y que seguro vive del IVA de la leche. Desuscripción.